Costa Blanca: Más allá de la toalla de playa

Por Gero Günther y Peter Neusser

La Costa Blanca es el nombre turístico dado a la costa del Mediterráneo que baña la provincia de Alicante, en el sureste de España. Comprende desde el municipio de Denia en el norte, hasta el de Pilar de la Horadada, al sur. Está constituida por 244 km de playas, calas y acantilados.

Hoy aprovechamos la información dada hace un par de años por dos tripulantes de la línea aérea Swiss, para presentarles algo más que el mar y sus playas. Les hablamos de su circuito montañoso recóndito, con una especial descripción de cuatro espectaculares senderos costeros.

Sierra Bèrnia: Una vista especial

Es difícil creer lo rápido que se llega aquí, a la soledad de las montañas. Unas pocas curvas y nos encontramos en otro mundo. Huele a romero y enebro. Un estrecho sendero conduce hacia la pared rocosa que se extiende en el paisaje como el flanco de un toro blanco gigante. Después de poco menos de una hora y media, llegamos al agujero que da fama a esta ruta. Se adentra directamente en la roca. De rodillas, nos deslizamos por un túnel natural de más de 20 metros de largo, y el pasaje se abre a una amplia puerta cubierta de hiedra. Nos quedamos atónitos. No por la magnífica bahía que se extiende a nuestros pies. Nos bañamos en ella esta mañana. Son los afilados dientes en el horizonte los que nos emocionan: los rascacielos de Benidorm, el «Pequeño Manhattan» de la Costa Blanca. En verano, la población de este balneario aumenta de 70.000 a más de un millón. Un planeta alienígena que nada tiene que ver con el canto de los insectos de aquí arriba.

El interior de esta famosa franja costera es una de las regiones más montañosas de España. Las aventuras que puedes vivir aquí están a solo unos kilómetros de los centros turísticos. Pero incluso en la propia costa, puedes disfrutar de excursiones realmente desafiantes.

Un estrecho túnel de roca conduce al espectacular mirador sobre la bahía de Altea. Al fondo se ven los rascacielos de Benidorm

El parque nacional más pequeño de España

La segunda ruta nos lleva a la reserva natural más pequeña de España y comienza entre los rascacielos de Calpe. Justo detrás de los hoteles y apartamentos, una península se adentra en el mar. Consiste en una única roca gigantesca. El Peñón de Ifach tiene 332 metros de altura y es tan empinado qué desde la distancia, incluso con la mejor voluntad del mundo, es difícil imaginar cómo se podría llegar a este pico bañado por el mar. La solución al rompecabezas también reside en un túnel, pero en este caso, fue excavado por manos humanas a través de la imponente cara norte. Algunos pasajes están asegurados con cuerdas y cadenas, y en muchos lugares la roca está grasienta, pero la ruta no es particularmente peligrosa. En el Mirador de Carabineros, nos encontramos casi en vertical sobre el mar embravecido. Al suroeste, acantilado tras acantilado, cabo tras cabo. Estamos abrumados.

La región ha descubierto recientemente el turismo de senderismo. Hoy en día, existe una amplia selección de rutas cortas y largas, generalmente bien señalizadas. Cada año se añaden nuevas.

El Peñón de Ifach tiene 332 metros de altura. El recorrido comienza entre las casas de Calpe.

Subidas y bajadas en la Vall de Laguar

Nuestra tercera ruta es un clásico. El recorrido por el Vall de Laguar se describe en las guías como la «Catedral del Senderismo». Sin embargo, la catedral se asemeja más a un minarete, marcado por miles de escalones excavados en la roca por los antiguos habitantes musulmanes del valle para facilitar el cultivo de las terrazas. Descendemos al cañón, pasando por huertos y campos, almendros y olivos, cactus y adelfas. Todo el proceso se repite tres veces: tres descensos, tres ascensos. Tras el recorrido sin sombra por el Vall de Laguar, nos hemos merecido un respiro y, en nuestro último día de senderismo, trepamos por los acantilados al sur de Dénia hasta la Cova Tallada. Esta cueva, poco iluminada, es un lugar popular para practicar snorkel.

Caminata con snorkel: La cueva de agua Cova Tallada ofrece excelentes oportunidades para practicar buceo.

Cala Moraig: Camino a la Felicidad

De vuelta al hotel, paramos en una cala que nos habían recomendado especialmente. El aparcamiento de Cala Moraig está lleno, y conseguimos uno de los últimos sitios. Seguimos el sendero que sube por la ladera. Y de repente, sabemos por qué nos han enviado a este lugar. Una gigantesca losa de piedra, aparentemente incrustada en el fondo marino, se inclina hacia nosotros. Entonces nos damos cuenta de que el camino no termina aquí. Un pequeño sendero cruza la ladera. Plantas espinosas se aferran a la piedra caliza. Todo es un poco turbio, pero da igual. Las grandes rocas que yacen en el agua parecen un lugar de baño difícil de alcanzar, pero aún más tentador. Nos bajamos, nos lanzamos a las olas y gritamos de alegría. La Costa Blanca, lo admitimos, tiene dos fans más.

Más información: Swiss Magazine

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